Amanece, cantan gallos en disputa
mañanera, suena en el aire “Radio La Comarca”.
Jacinto Briseño, el locutor, comienza con la difusión de los
mensajes pendientes del día anterior, mientras
mira el almanaque.
Corre junio de
1960, cuando las radios nacionales eran el escenario político y cultural de la
época, porque las emisoras trasmitían desde hechos deportivos, noticieros o el
famoso radio-teatro...los grandes galanes conquistaban amores imposibles… y las
jovencitas soñaban
con ellos. Sin duda la vida pasaba por las válvulas de la radio.
Uno de los radioescuchas de aquella época había nacido en un hogar de
inmigrantes italianos, era el menor de seis hermanos. Radio…así lo llamaron: ustedes
tal vez, hubieran reído ante tal nombre que convocaba la atención.
Su historia es muy sencilla…. Su padre, don
Salvador D’Ambrosio, migrante siciliano nacido en 1892, había llegado a la
Argentina en 1908. Al poco tiempo conoció a Juana Caamaño,
nacida en Muros, Galicia en junio de 1890,y que arribara al país en 1906. Se
unieron muy jóvenes, nacieron los hijos, y los iban nombrado de acuerdo con el
santoral del almanaque litúrgico, salvo a nuestro protagonista. Salvador, era el único en Rio Gallegos que fabricaba las
primeras radios Galeno, entonces, en honor a su actividad, llamó al niño
Radio….
El creció y con el tiempo se convirtió
en un habitante destacado de la comarca, porque era el dueño de la emisora local. Permanentemente recordaba su juventud,… cuando escuchaba la radio y el locutor Jacinto Briseño
decía:
Clima para hoy: vientos fuertes
del sur… con ráfagas de 100 km por hora y bajas temperaturas. Abriguen a los
chicos cuando los manden a la escuela. Las picadas están peligrosas, se congeló
la nevada de anoche… El lenguaje empleado por el locutor era familiar, porque se
conocían todos, ya que eran sólo unos
dos mil habitantes.
-Feliz cumpleaños para Rosaura Giménez,
de parte de su hija y yerno. -El locutor sabía que allí había discordia
familiar, que se veían poco y suspiraba con resignación-.
- Nació el hijo de Juana Ramírez:
avisa el “jote” Chamorro; pide que el
padre baje al pueblo…
-A las 7 de la tarde llega Zenón Pérez,
solicita que le dejen lo convenido, y aconseja que si se pone mañoso, lo aten al palenque.
- La chancha de los Churrarin
tuvo cría.
- Sr intendente: le informamos
que se terminó la leña para la económica y el gas para las estufas.
-Mañana, en la iglesia de Santa Lucia,
bautizan al nieto del Clarito Díaz, recomienda el cura párroco, don Benito, que
los padrinos no se olviden de ir a confesarse, pues el niño debe ser bien
apadrinado.
- Se levanta la cosecha del “chino”
Aoiqui. A ver quién va a hacerse una changa!!!
-Sr intendente: vaya preparando
el cajón y el coche municipal para acompañar a la familia del Cruz, pues anoche
se murió la suegra. Nosotros desde la radio le mandamos nuestro sentido pésame.
-Quien quiera leche recién
ordeñada, que vaya por lo del chato Cayupan, el gringo no da más abasto.
-A quien vea a “cara de autito” Flores, que le grite
que use los frenos, ¡es el pedal del medio!!!!
-Si alguno de ustedes encuentra
el perro de la “Pichi” Mercado…que lo
devuelva, es como un chico para ella….
-Para Juan de Dos Lagunas…que
mañana espere a Pedro, con la yegua de
su hermana.
-Para “Piedra” Parada…que mañana
va el forraje…
Mensaje para “Cajón de Ginebra”… mañana van los músicos.
Si hay fiesta, inviten, che!!!
-“Gorro Frigio” avisa que mañana
van los Cabezas, los chicos del otro lado de la aguada, llegan con la
fresca…que tengan listo el mate cocido…
Entre mensaje y mensaje,
noticieros y transmisión de partidos, pasaban los años en la vida de Jacinto y de
Radio, unidos por un mismo destino… cuando una mañana encontraron en el dial
una voz que no tenía rostro pero si,
mensajes que transmitir…que decir, que contar, música que no sólo hablaba de
amor, sino de ideas…tenia voz y tenía nombre, así lo descubrieron en cada
emisión de aquella radiodifusora que emitía los sábados por la mañana y algunos
otros días por la tarde. Esa voz colombiana, ya casi familiar, decía cuanto
ellos necesitaban saber: ese deseo interno de poder contar aquí una realidad
que les era parecida -tristemente parecida-,
ideas que se callaban puertas adentro de la radio o de los hogares de la
Patagonia, de la Argentina toda...
El locutor y periodista, Eduardo
Jaramillo Cabrera, entró a sus vidas y a lo largo de casi 50 años. La amistad
radial fue creciendo, eran impostergables esas sitas en donde el amor por la música
y el amor a la palabra, a las ideas, los
unía.
Jaramillo Cabrera, por momentos,
se transformaba en sus voces, en sus más internos pensamientos, como cuando
escucharon de su boca: “Porque el canto nació de las entrañas mismas del
pueblo, y de los hijos de esos obreros
de azules overoles, porque el canto es la voz recia e inmensa de la denuncia,
pero también es la voz de la escondida ternura y su optimismo indomable, porque
los cantores populares ensanchan el corazón poético de América, para un
convivir colectivo más justo en esta tierra nueva y generosa”.
Iban construyendo juntos una
identidad paralela. Ambos a la distancia comprendieron el valor de estar unidos
por las radios comunitarias, sociales y desde los 60,70 fueron dando voz a su
gente.La realidad política tuvo por demás, gran impacto en el contexto
latinoamericano por lo que significó la ideología vital de pueblos que buscaban
su reivindicación y compromiso, alentando el surgimiento de la democracia desde
la difusión de creaciones poéticas y
musicales, que planteaban y recreaban
con gran realismo los momentos más crueles
de las dictaduras que gobernaban el cono sur.
Indiscutiblemente, Jacinto llegó a pensar que debía encontrar la manera de
comunicarse con aquel hombre que tanto testimoniaba una realidad común.
Así sucedió que cierto día,
durante la trasmisión radial que escuchaba, algo defectuosa por las
interferencias, logró copiar la dirección de la emisora. Esto le permitió
ponerse en contacto con Jaramillo Cabrera, originando así una relación que aún
perdura a través del tiempo.
Las cartas fueron el medio de comunicación que mantuvo unidos a
Jacinto y a Eduardo, a quienes se
sumaron Radio y Henry, íntimo amigo de Jaramillo Cabrera.
Radio y Jacinto recuerdan que en muchas ocasiones
esas trasmisiones eran captadas en lugares resguardados pues las escuchaban a
escondidas y, en las ocasiones en que no se transmitía el programa de Jaramillo
Cabrera, el miedo se apoderaba de ellos porque quizá algo malo le hubiera
pasado al querido amigo. Compartieron sus pasiones, de los hijos y sus aventuras,
sus desvelos por las luchas sociales, los de los amores perdidos y los de
regreso…
Radio supo del amor que habían
despertado aquellas canciones que llegaban a Colombia más concretamente del
sur: “nuestras canciones” , aquellas que no nos permiten escuchar aquí; también
de Chile, Paraguay, algunos valses peruanos de Chabuca Granda. Es así como a la
distancia compartían a Yupanqui y su “Luna tucumana”, “Los ejes de mi carreta”,
“La viajerita”, o “La pollerita”, a la par que también escuchaban las notas
nostálgicas de las canciones que interpretaban Julio Jaramillo y Olimpo Cárdenas,
exponentes máximos del pasillo ecuatoriano.
Se agregaban con gran impulso las canciones colombianas con sus sentidos
bambucos. Las otras radiodifusoras estaban empeñadas en transmitir diferentes
manifestaciones musicales: Angélica María, Enrique Guzmán, baladistas
emblemáticos de Méjico, y un poco más actual José José, José Ma. Napoleón, y Emmanuel.
Eduardo J.C. en una de tantas
misivas, expresaba:
“Estimado amigo, a la distancia, le comento que he sido radio escucha mucho
tiempo, y que esto me ha llevado a comprender que mi incursión en la radio nace
a raíz de haber dado oídos a espacios
musicales sin fundamentos y sin ningún
contenido pedagógico, además de repetitivos,
con ritmos y canciones que no aportan casi nada culturalmente al oyente…..”
Mi afición por la música, encuentra
su derrotero en
1978, año en el cual empiezo la colección de canciones de corte
social, y a desarrollar mi interés por conocer los antecedentes de las
dictaduras que gobernaron su país, Chile, Uruguay conocer a varios cantores que opinaban cantando
cierto repertorio, y claro, también los movimientos o corrientes musicales de
mi país…”
Jacinto y Radio, sin duda,
admiraban a su amigo como locutor incansable, bohemio y poeta, amante de la
música, pero,
por sobre todo lo valoraban porque encontraban en boca de Jaramillo Cabrera, su
propia voz y sus propias ideas.
En sus intercambios epistolares,
cruzaban ideas respecto de qué misión tenía la RADIO, discutían sobre cómo
debía elaborarse una programación
radial en aquellas condiciones sociales y
culturales. Por ejemplo, coincidían en pensar como España también invadía
Hispanoamérica a través de los cantantes románticos de grandes voces, desde Raphael
hasta el Dúo Dinámico, con letras de Manuel Alejandro y Ana Magdalena, pasando
por los inolvidables Nino Bravo, Juan Camacho, Cecilia, Manolo Otero, Miguel
Gallardo, Juan Pardo, Mari Trini, Camilo Sesto, Juan Bau, José Luis Perales. También
concordaban en que, posteriormente los cantantes italianos llegaron a las
radios de Latinoamérica para colmar otra expectativa de la música italiana, por
ese acento gutural de las voces y una manera distinta de cantar: los
inolvidables Boby Sólo, Nicola di Bari, Doménico Modugno, Salvatore Adamo,
Lucio Batisti, Anselmo Genovese, Nada, Gigliola Cinquetti, Rafaella Carrá, Toto
Cotugno y el Napolitano Gian Franco Pagliaro. Por otro lado, también gustaban
de obras como “Nathalie” de Gilbert Becaud,
por aquellos días una de las canciones más escuchadas por los jóvenes de
militancia social. Incluso se ocuparon de traducirla para que Jaramillo Cabrera
la leyera en una de las emisiones.
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En otra oportunidad memorable,
Radio recuerda que Jaramillo Cabrera había programado “Milonga del payador
perseguido” de Atahualpa Yupanqui, en la voz del turco Jorge Cafrune, canciones
interpretadas por Alfredo Zitarrosa, Violeta Parra, el insigne trovador cubano
Carlos Puebla, y de los más grandes
cantores de América, Víctor Jara. Fueron dos horas de remembranzas y vivencias
a través de las obras, con las expresiones más profundas del hombre
sudamericano, la esencia de un pasado, pero también de un presente en donde nacen y seguirán naciendo
las posiciones más controversiales, por la forma y la manera de expresar lo que
sucedía sin importar las censuras
oficiales, que siempre han intervenido
para prohibir.
Estas vivencias eran compartidas
a la distancia desde la Patagonia a Ipiales Nariño, en Colombia, una localidad rodeada
de un bosque tropical a las orillas del amazonas, tan distinta de la templada
estepa amarillo-dorado, que resalta el
movimiento permanente de los oscuros “guanacos” petroleros,...y de la fría
cordillera andina, bañada por ese blanco que encandila los ojos, donde los días
transcurren como si fueran uno solo.
El frio nos cobija y la distancia
nos contiene pensó -en algún momento- Jacinto, quien se sentía profundamente
emocionado por su amistad con Eduardo. Éste contaba lo escarpado e inaccesible en
el acceso a zonas aledañas a los cauces de los ríos, principalmente en el
denominado cañón del Guáitara, donde el musgo gris protege el talud de las
altas pendientes.
Por su parte, Jacinto describía a
su amigo Radio con lujo de detalles: en sus charlas con ese mate amargo que
compartían por las tardes, después de haber escuchado la trasmisión y
registrado cuantas noticias le venían del norte muy al norte de este sur muy al
sur de la Patagonia… Los sorprendía el valor y la audacia del Che
Guevara, los movimientos revolucionarios de Centroamérica, la lectura de
fragmentos de libros de Marx, o El Libro Rojo de Mao Tés Tung. Desde Colombia,
también les llegaban los escritos del cura Camilo Torres Restrepo y la historia
del surgimiento del movimiento tercer mundista.
Incluso se llegaron hasta
Neuquén, para conocer y entrevistarse con el obispo Jaime De Nevares e indagaron
cómo colaborar con sus más fieles seguidores. Escucharon oradores de movimientos
de izquierda y el cancionero que retomaba los sucesos que envolvían la marcha
revolucionaria sudamericana, rescatando y recreando las epopeyas que ya se vivían.
La radio colombiana les traía las
banderas libertarias, las luchas estudiantiles que se reflejaban en las
canciones más significativas de los ’70, manifestaciones ciudadanas en contra
del alto costo de la vida, las elevadas tarifas en los servicios públicos,
falta de educación y vivienda entre otras reclamaciones, permitía que
la canción popular también estuviese presente. El estribillo era una sola consigna:
“El pueblo unido, jamás será vencido”, en voces y música de los Inti Illimani
unas veces y otras en voces de Quilapayun… resultó un grito combativo en todas
las manifestaciones públicas de inconformidad, y hasta ahora se escucha en los
confines en donde las malas prácticas políticas y la desigualdad social
imperan.
En una de sus misivas, contaba
Eduardo, que alguna vez se tomó como canción emblemática en nuestro suelo Ipialeño
”Si se calla el cantor” de Horacio Guaraní, que también había sido protagonista
esencial en el canto popular latinoamericano, que con otros cantautores siempre
ha galopado en nuestro continente entre preguntas y preguntadores, para hallar las respuestas
en cada paso del retorno y en cada canción o poema que se alza y estalla en el
silencio de los minutos, luego brota en
voces nuevas esa mezcla de presencia y nostalgia, elogiando las manos de los
que siempre trabajan.
Esos cantautores eran investigadores
incansables, que construían alabanzas, biografías, definiciones y conceptos de
los diferentes ritmos como zambas,
milongas, chamamés, cuecas, marineras, candombes, convergían en el escenario
mágico de la radio. En la radio patagónica así confluían Daniel Toro, Atahualpa
Yupanqui, Los Chalchaleros, los Andariegos, los Tucu Tucu, Olimareños, Los del
Suquia, las Voces del Orán, Alberto Merlo, Argentino Luna, Peteco Carbajal, que
como una nueva generación innovadora del concepto del folclore argentino entre
los ’60 y mediados de los ‘70.
Por aquellos años, sonaba primero
en la radio colombiana y, pasados los ’80, también en las radios argentinas la
trova cubana: fundamental en los espacios que semanalmente programaba Jaramillo
Cabrera. Les decía en sus cartas que Silvio, como icono de ese movimiento, lo
había conmocionado con una canción elemental en su concepción poética “El
unicornio”. Luego vendrían canciones aún
más profundas como “Playa Girón”, “Ángel
para un Final”, “La Gaviota”, “Testamento”, “Santiago de chile”, por citar
algunas.
De la misma trova, nos llegó
Pablo Milanés, -recuerdan Radio y Jacinto- que recreaba el movimiento cultural
de Cuba. Voces nuevas y jóvenes que se abrieron espacio para acompañar las más
profundas transformaciones que tenían lugar en el país, en sus hombres y
mujeres, y entre tantos músicos que, guitarra en mano se pusieron a trabajar y
transmitieron las más puras aspiraciones
sociales del continente.
Compartiendo lecturas Eduardo y
su amigo Henry, desde la radio colombiana concibieron la idea de crear un espacio que daba cabida a la
poesía matizada con música latinoamericana: Miguel Hernández y Benedetti , Serrat,
Daniel Viglietti, Neruda musicalizado por Quilapayun y los Jaivas; Nicolás
Guillen, y García Lorca en la voz de Leonardo Alvares, un referente artístico
colombiano. Todo ese caudal impactaba en los oyentes de manera incansable y
sostenida.
El tiempo, ineludible, fue
transcurriendo aunque Jacinto se resistía a su paso. Al final, terminó aceptando una realidad que
era totalmente diferente y que había logrado que la comunicación fuese más
cercana y fluida con aquel amigo entrañable al que no conocía personalmente, gracias
a la PC y a la internet.
Pasaron los años y ahora RADIO LA
COMARCA es RADIO CIUDAD, Jacinto Briseño se está por jubilar y, siguen soñando
con la posibilidad de conocerse personalmente con Eduardo Jaramillo Cabrera y
su amigo Henry, con quien siguen manteniendo un contacto permanente: ya eran parte de una gran familia, en donde
las distancias no existían; donde el mate era compartido cada sábado escuchando
la emisión, lo que les permite volver a
recordar aquellas viejas emociones, temores que los unían frente a ese amor a
la palabra, a la música y a sus propias ideas, la eterna escucha, que acompaña sus pasos desde
aquellos años memoriosos que les permitía caminar lento, sobre tantas
historias, las de sus vecinos, las propias, las que callaban y era mejor
olvidar, y las de aquellos que aún
esperan el saludo del gallo.
Reseñas y datos históricos
extraídos de vidas reales .
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